Es la base imprescindible para facilitar el surgir de todas las demás tendencias positivas. Su presencia activa es lo que determina que cualquier acción en la que nos involucremos sea virtuosa o simplemente un acto mundano. Tal y como se enuncia en uno de los pasajes de la Sadhana de Chenrezig para ilustrar el estado que se consigue al generar la mente compasiva: “Una mente compasiva es por ella misma serena y sonriente”.

La práctica de la Compasión forma sin duda alguna los cimientos de la Iluminación.